Afuera llovía, nada raro, y las gotas golpeaban como piedras contra la ventana. Por suerte, ella no se había despertado. Subió con cuidado de no tirar todo lo que la bandeja tenia, la apoyó a los pies de la cama y le pasó una mano delicadamente por el brazo derecho, ella se estremeció. Se acercó semi gateando hasta ponerse a su lado y se agachó hasta casi pegar sus labios con el oído de la chica.
- Rhea—susurró y le acarició el cabello—despierta.
La muchacha se enredó aún mas en las sábanas, el volvió a su posición original esperando el momento en que su acompañante finalmente se sentó en la cama con los ojos a medio abrir a causa del sueño, mientras se pasaba una mano por su corto cabello para acomodarlo hacia atrás, como siempre.
- Buenos días—saludó con una sonrisa entredientes
- Harry—la muchacha se estiró y le devolvió la sonrisa—Buenos días.
- Toma—el castaño le acercó la bandeja y ambos la colocaron encima de las piernas de ella. Harry se acercó y besó dulcemente su mejilla—Que lo disfrutes.
Dicho esto, se levantó de la cama y salió por la puerta, rascándose la nuca de manera tal que quedaría una marca roja que ardía. Entró la baño y cerró la puerta detrás de él. Se miró en el espejo, poseía orejas desde hacía unos cuantos milenios y sus brazos tenían leves marcas de resistencia que había obtenido por parte de la joven desconocida la noche anterior. Se lavó la cara en un intento por borrar todo eso de su mente y volvió a salir, esta vez se topó con la mirada fija de su novia, quien estaba apoyada en el marco de la puerta con una ceja enarcada.
- ¿Estás bien?—preguntó saliendo de su postura firme
- Si, si—afirmó y se quedó unos instantes parado en su lugar, dubitativo—Creo que iré a lo de Danny—murmuró
- Bien… pero no te quedes mucho.
- Descuida, volveré en un rato—la tomó de la cintura y besó delicadamente el contorno de su cara.
…
La capucha del buzo que llevaba lo cubría del leve viento frío que corría esa mañana, pero aún así no pudo evitar temblar un par de veces, maldiciéndose por no haberle echo caso a su novia en llevar mas abrigo. Se paró unos instantes en la esquina en la cual debía girar para ir a la casa de Danny, la verdad era que no quería ir, quería estar solo. Finalmente y luego de diez minutos de mezcla de pensamientos giró sobre sus talones en dirección contraria y caminó hasta el bar al que siempre acudía, se sentó en una mesa contra la ventana y apoyó su cabeza contra la misma.
- Que casualidad, eh—sintió que alguien hablaba, apenas giró sus ojos a un costado para ver quien era esa persona que ahora tomaba asiento justo frente a el
- ¿Qué haces aquí?—preguntó seco
- Yo estoy genial ¿y tu? Me alegra verte, adiós—el de ojos celestes se paró para irse, pero fue interrumpida por la gruesa voz de Harry.
- Quédate—dijo antes de golpear levemente la mesa—quédate—repitió. El muchacho volvió a tomar asiento—Lo lamento Danny, estaba… distraído.
- Me di cuenta—el chico soltó una risa—¿Que pasa?
Perfecto, había evitado ir a la casa de Danny pero se lo encontraba en un bar y el muy inteligente se daba cuenta de que algo le pasaba por lo que empezaba a cuestionarlo. Si no fuese por el cariño que le tenía estaría igual que… igual que los otros… esos otros desconocidos. Para cerrar con broche de oro esa media hora que había pasado, en el televisor de lugar comenzó una noticia de último momento sobre un asesinato provocado en la noche anterior, donde dos jóvenes habían sido asesinada. Lo único que pudo hacer fue mirar sin hablar a la pantalla.
- Que loco eso, eh—comentó Danny, bebiendo un poco del café que había pedido—Pensar que eso sucedió tan cerca de aquí.
- S-si—musitó
’Por favor, por favor no’ escuchó que repetía la voz grabada de aquella muchacha en su mente. Golpeó la mesa tirando lo que en ella había y salió cual rayo en la tormenta disparado hacia fuera del bar, al mismo tiempo que la lluvia hacía su reaparición empapándolo de pies a cabeza. Necesitaba encontrar una solución, y rápido.